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Los pasillos suelen ser los grandes olvidados de la casa: largos, angostos y sin mucha función más que conectar ambientes.
Pero con las decisiones adecuadas, pueden convertirse en espacios llenos de personalidad, funcionales y con mucha vida.
Una buena luz puede cambiar por completo la percepción del pasillo.
Optá por luces cálidas y difusas, con apliques o spots empotrados que acompañen el recorrido. Si hay luz natural, aprovechala con tonos claros y superficies reflectantes.
Los tonos neutros y las paredes claras ayudan a generar sensación de amplitud.
Pero también podés animarte a un toque de color: un zócalo pintado o una franja media puede delimitar visualmente sin achicar el espacio.
Colocar espejos amplía la sensación de profundidad y suma luz.
Si querés incorporar cuadros o fotos, alinealos a la altura de la vista y optá por marcos delgados y uniformes. Un corredor de arte personal puede transformar un simple pasillo en una mini galería.

Si el ancho lo permite, incorporá estantes finos, percheros o una consola liviana.
Convertí el pasillo en un espacio útil, con lugares para dejar llaves, bolsos o libros, sin perder armonía visual.
Una alfombra alargada, una lámpara colgante o una puerta de color al final del recorrido pueden dar carácter y continuidad visual al ambiente.Porque en diseño de interiores, no hay espacios sin potencial, solo espacios sin mirar con intención.

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